Indicador para saber si estoy evangelizando o evangelizado
Seguimos en este hermoso tiempo Pascual, deleitándonos con el Aroma de Jesús Glorificado y nos gozamos en esos bellos relatos de los Hechos de los Apóstoles y con los Santos Evangelios que nos invitan a creer no solo con la Fe sino también desde lo histórico y palpable, el acontecimiento que da piso y firmeza a nuestras creencias: “Si Cristo no ha Resucitado vana es nuestra Fe”
Esa fuerza que ha movido a los Apóstoles a salir del encierro del miedo por la persecución de los Judíos, ha motivado y lo seguirá haciendo a la Iglesia extendida por todo el orbe para que no calle la más grande e importante noticia de todos los tiempos: ¡Ha sido vencida la muerte, Dios en persona ha derrotado el sepulcro, el diablo con su pestilente labor ha sido aniquilado! Hay acaso algo más importante que saber eso? Y para añadir, nosotros también podemos resucitar con Cristo el Señor y no al final de los tiempos sino desde ya!
Si nos detenemos a leer con atención los relatos Evangélicos, es decir a Mateo, Marcos, Lucas y Juan, nos daremos cuenta que Jesús era el que tenía que hacerlo todo y poco a poco le enseñaba todo a sus Apóstoles, la disciplina en la oración, la fraternidad, la confianza, la fe, el desapego, entre otras cosas, y en el momento de la Pasión y de la Cruz pareciera que todo eso se les olvidó y se fueron despavoridos por el miedo a correr la misma suerte que su Maestro; es decir, el miedo y el temor que no les permitía hablar… pero vaya cambio tan repentino! De un momento a otro los que eran temerosos y ensimismados, cambiaron por una fuerza extraña esa actitud cerrada, era la fuerza del Resucitado que les comunicaba el Poder del Espíritu Santo que como lenguas de fuego les enseñó a hablar al mundo entero con la valentía propia de Jesús cuando denunciaba el pecado y las tinieblas.
Toda esta antesala basada en el relato del Libro de los Hechos de los Apóstoles Cap. 2 es para subrayar una respuesta de los oyentes a la predicación de Pedro (que entre otras cosas es la primera predicación de la Iglesia anunciando la Resurrección del Señor) … “Esas palabras les TRANSPASARON EL CORAZÓN Y PREGUNTARON A LOS APÓSTOLES: Y AHORA QUÉ TENEMOS QUE HACER?” Si lo notamos, no bastó sino dejar actuar al Resucitado, no hay otra estrategia, podemos tener los mejores planes de pastoral, los mejores equipos técnicos, estar presentes en las Redes Sociales, ser amigos del Papa, hablar varios idiomas y más cosas, pero lo único indispensable es dejar que Jesús obre y nosotros hacer nuestra parte. No caigamos en la falsa ilusión de las estadísticas y números, no engrosemos nuestro ego de pastores diciendo cuántos bautismos, matrimonios, confirmaciones y más hemos celebrado, esas medidas cuantitativas no evangelizan sino inflan egos y convierten al instrumento en mensaje cuando debe ser al revés.
Dios permita que midamos estas palabras: “Padre, las palabras del Evangelio traspasaron mi corazón y me cuestionan… dígame Qué tengo qué hacer? En qué le puedo colaborar?” Así habremos llegado al punto hermoso de decir que la Palabra de Dios llegó y seguro dejará inquieta a la persona!!!
Esa fuerza que ha movido a los Apóstoles a salir del encierro del miedo por la persecución de los Judíos, ha motivado y lo seguirá haciendo a la Iglesia extendida por todo el orbe para que no calle la más grande e importante noticia de todos los tiempos: ¡Ha sido vencida la muerte, Dios en persona ha derrotado el sepulcro, el diablo con su pestilente labor ha sido aniquilado! Hay acaso algo más importante que saber eso? Y para añadir, nosotros también podemos resucitar con Cristo el Señor y no al final de los tiempos sino desde ya!
Si nos detenemos a leer con atención los relatos Evangélicos, es decir a Mateo, Marcos, Lucas y Juan, nos daremos cuenta que Jesús era el que tenía que hacerlo todo y poco a poco le enseñaba todo a sus Apóstoles, la disciplina en la oración, la fraternidad, la confianza, la fe, el desapego, entre otras cosas, y en el momento de la Pasión y de la Cruz pareciera que todo eso se les olvidó y se fueron despavoridos por el miedo a correr la misma suerte que su Maestro; es decir, el miedo y el temor que no les permitía hablar… pero vaya cambio tan repentino! De un momento a otro los que eran temerosos y ensimismados, cambiaron por una fuerza extraña esa actitud cerrada, era la fuerza del Resucitado que les comunicaba el Poder del Espíritu Santo que como lenguas de fuego les enseñó a hablar al mundo entero con la valentía propia de Jesús cuando denunciaba el pecado y las tinieblas.
Toda esta antesala basada en el relato del Libro de los Hechos de los Apóstoles Cap. 2 es para subrayar una respuesta de los oyentes a la predicación de Pedro (que entre otras cosas es la primera predicación de la Iglesia anunciando la Resurrección del Señor) … “Esas palabras les TRANSPASARON EL CORAZÓN Y PREGUNTARON A LOS APÓSTOLES: Y AHORA QUÉ TENEMOS QUE HACER?” Si lo notamos, no bastó sino dejar actuar al Resucitado, no hay otra estrategia, podemos tener los mejores planes de pastoral, los mejores equipos técnicos, estar presentes en las Redes Sociales, ser amigos del Papa, hablar varios idiomas y más cosas, pero lo único indispensable es dejar que Jesús obre y nosotros hacer nuestra parte. No caigamos en la falsa ilusión de las estadísticas y números, no engrosemos nuestro ego de pastores diciendo cuántos bautismos, matrimonios, confirmaciones y más hemos celebrado, esas medidas cuantitativas no evangelizan sino inflan egos y convierten al instrumento en mensaje cuando debe ser al revés.
Dios permita que midamos estas palabras: “Padre, las palabras del Evangelio traspasaron mi corazón y me cuestionan… dígame Qué tengo qué hacer? En qué le puedo colaborar?” Así habremos llegado al punto hermoso de decir que la Palabra de Dios llegó y seguro dejará inquieta a la persona!!!